PERSPICACIA MUNDANA, PUERIL FERVOR, AROMA QUE AULLA
PERSPICACIA MUNDANA, PUERIL FERVOR, AROMA QUE AULLA
DOOSIER CARLOS LÓPEZ DZUR
(fragmentos poéticos)
«Este sí que trajo camioneta
y chamarra de cuero
y pantalón de mezclilla
y esclavota de plata
(¡ay, pero que no sepa, trajo SIDA!)
Oro perdido
El futuro es de ellos, los jóvenes;
por eso los ranchos
como a dioses los recibe,
los espera con amor la ruralía...
... a estos chaparros que se fueron,
a estos héroes que, vencieron la muerte,
tendida en cruces y coyotaje en los cerros...
como miel de las ferias se les nombra».
Carlos López Dzur
«Ahora, ¿por qué tendré que arrodillarme
ante el Chavo del Ocho de las cursilerías,
oler el pedo de la linda Lucero,
creer que Raúl Velazco es un iluminado?
¿Por qué dar mis obediencias al mayor merolico
del mundo, Don Francisco?
¿por qué sintonizar las ínfulas cubanoides
del mundo occidentalizado con Cristina?»
Carlos López Dzur
«Tú tienes únicamente
recuerdos, lémures que te invaden
y te asustan, tú no sabes sobre la dignidad de Dios
en tí, tú eres la rémora, el dolor y la tranquilla
a tus propios progresos, tú, analfabestia,
no sabes de la Luz platónica, te gustan
las cavernas como en Libia y en Locris».
Carlos López Dzur
«Deslumbradas, pobres chavas de Piaxtla...
... deslumbrada, una que otra, ya quiere
darse a él, con prueba de amor y todo,
la cola le manea, en patitas se trinca
y él la tontea, promete a mares,
presume
y al fin la tiene.
El es broncudo, mañoso
y su bigote negro la encandila
y con botas y pulseras la apantalla...».
Carlos López Dzur
«No seré como ellos,
lógicos lenguaraces,
pudibundos calculadores,
cazafortunas del análisis teórico».
Carlos López Dzur
«Hoy me duelen todos los momentos decisivos
y a nadie tengo, sino a la habladuría,
gente que condena mi instante sicológico
desde un pórtate bien, escucha a los gurúes,
cree en la Viagra, en los polos perennes
de lo Viejo y lo Nuevo. Ninguno hay
que comprenda la erosión de mi alegría».
Carlos López Dzur
«...yo no creo que haya soledad ad infinitum;
mas sí, hay fracasos y desilusiones,
pero nunca se es romántico sin haber
vivido el ser en desesperación
y nunca se es romántico, sin una mujer
a la diestra que te diga:
¡Hombre, despierta,
canta, glorifícate en mí,
vibra en el cosmos,
que te doy el OM de la alegría...».
Carlos López Dzur
«¡Ay, la multiforme sabiduría de la conciencia!
cómo se acredita ante el soluto
y se vende, como pan caliente».
Carlos López Dzur
«No creo en la dignidad humana que prometes
al salvaje, al jodido, al analfabeto.
Tu unidad de humanidad es mi despojo
como ser identitario. Tú me desapareces,
me matas con cuchillo de palo,
con un beso de mi boca
a tus crucifijos, talismanes, fetiches sacrílegos
de prostitución e idolatría universalizadora,
matriz ideológica de mi propio etnocidio,
me tienes en tus manos, me desapareces
del mapa, dices adiós con mi cadáver
a diferencias más honestas con el mundo».
Carlos López Dzur
«¡Qué bello a la postre nos resulta
la plena comunicación, la sincera fruta
de un conocimiento, la dulce cosecha
del que dice te quiero,
me gustas,
qué buena onda,
qué padre, ay, maravilla,
qué bellos los que anhelan,
los que dilucidan,
los que enuncian el porvenir,
los que preguntan con sabiduría,
los que aprueban con sensatez
y los que obsequian,
con solícita cautela,
sin rigor, sin mentira, sin egoica pasión de truhanes ni vulgar ventajismo...».
Carlos López Dzur
«...exhaustos, sin otra teoría que la muerte
(del método y el discurso culturalista
sin reposo), sin razón, sin esperanza».
Carlos López Dzur
«No se aferren a lágrimas ni a lamento
porque el hombre tiene
sus puentes de conexión
que son divinos,
que mejoran,
que redimen,
que elevan,
que enaltecen, hermanos míos.
Somos los maestros verdaderos del disgusto.
Tú, pobre indio, ¿qué sabes de la memoria
y el pasado que no habitas?».
Carlos López Dzur
«¿Qué aburrido, verdad?
Quedarse sin compadre o tener por amigos
una poco lucrante y doliente parentela...».
Estética práctica, Carlos López Dzur
«...no creo en tus clases dirigentes
ni en las panaceas de vitrinas de progreso
que en tu nombre y templo se levantan.
Ni creo en la ideología humanitaria
que promociona tus luchas contra el hambre
ni tus donativos para las modas de altruísmo».
Carlos López Dzur
«¡Mi queja!
¡Es que yo no quiero ser un indio!
Yo quiero el omega de la mercancía.
Que traigas un televisor desde el exilio
y los vaqueros y la salsa y los corridos,
un montón de películas de cable,
una jungla de baile raggetones,
una canción de Britney Spears,
los conciertos de Enrique, los Tucanes
y los Tigres del Norte
el ogro filantrópico, transmutador, la magia».
Carlos López Dzur
«Antigualla de nihilismo, demagogia neosofista,
epítome del desgarramiento político del verbo,
mentís aparatosa de inmanencia, sepelio del alma.
Mecanicidad del ser, externa teratología,
egolátrica internalización de causas,
te saludo en miles de estadísticas».
Carlos López Dzur
«Yo soy moderno, pa', tú eres de los viejos escalones,
no me das dignidad, tú no progresas.
Eres peludo, anacrónico, pendejo,
tú eres alineal, caótico, proteico,
tú eres libertinaje, prejuicio, la avaricia,
espartano, duelo, tristeza, pena,
tú me amenazas, estanque, me enzorras,
me aburres, me apenas».
Carlos López Dzur
«Y bueno es que estés ahí, meditador del ser,
venciendo la sorda mudez de los ecos.
Que te invites, convocado
a la palabra amorosa,
que traigas tu agasajo de frases
parecidas a las mías, pero con ese toque
que sólo tienes tú, con ese aroma
que sólo tú transpiras desde el fondo mismo
de tu casa biológica, tu viaje
desde el asomo amiótico al ego individuante,
tan bélico por su ruido, simulacrado,
perspicuante, tan transido en sombra
y muerte y angustia y agonía».
Carlos López Dzur
«¡Están vestidos de solvencia y ropa nueva
y no saben lo que sé,
que yo produzco el ladrillo y mido los espacios,
que una casa construyo para el pobre
lo mismo que las grandes obras públicas
del pueblo o el burgués extranjero.
Tengo un arte imprescindible y necesario.
Dialogo sobre techos o bajo a subterráneos
y subo por peldaños de viviendas y mansiones
y sé secretos del puente y del empañetado...».
Carlos López Dzur
«Mi adolescencia devino a las horas de estampidy en las jaulas del estadolibrismo
echaste mucho del sol remanente, el alba en rojo.
Por eso, agua fresca he bebido de tus verbos,
no con jaurías que fácilmente
se ufanan por prebendas y colonial triunfalismo.
Cuido tus caminos, protejo con celo
tu nombre y tu ejemplo heroico...».
Carlos López Dzur
«¡Ay, vengan los entes sustanciales,
que yo no les olvido,
venga mi gente del bohío!
Son mis isleños corpúsculos, fluyentes
en mi sangre, islotes con sus milpas
sobre el lago, zorrillos y panteras
en mis montes, los sabios de carlinga!».
Carlos López Dzur
«Te han desmundanizado para que seas esclava.
¿Pero dónde estuvíste antes de ser vestida
con la coseidad natural de tu deshonra?
¿Por qué te ofenderá tal coseidad con su descaro
si eres y has de ser mi canto, el designio soberano
de todo lo que es recíproco y cimero?».
Carlos López Dzur
«Yo sí soy romántico
(no me muerdo los labios al decirlo
ni me tiemblan las piernas
ni visto de santurrón en ascuas
al proclamar lo que dicen los falsos románticos
de esquina, por fornicarios y atorrantes».
Carlos López Dzur
«A la libertad la forjo con vida,
el amor me lo como con calma,
y soy pan que come pan;
soy la risa
y el contento del romanticismo,
no la suicida jornada del desalentado,
no el escudo de cupidines de feria
en el monte, o la plaza, o el casino».
Carlos López Dzur
«Todo lo bello me gusta,
¡ellas, sobre todo!
sus pezones, que son ubres de Nut
sobre el círculo del cielo,
sus nalgas redondas
que los tersos firmamentos fincan
para gozo de la varonía,
ctónica y telúrica».
Carlos López Dzur
«Cuando más grandemente me gustaste
estabas mostrada como tal sobre mi pecho
y te dí significaciones porque no eras
materia de pura intelección sin los sentidos.
Hoy algo tuyo se suspende en mis ojos
y no se te halla en mi aliento.
Tus senos son fetiches y tu voz,
vocinglerías sentimentales de los ecos».
Carlos López Dzur
«La poesía me permite andar despierto
y enamorarme de todo lo que es bello.
La mujer maravillosa está en algún resquicio
de la andanza con misterios llenos de piel,
con belleza llena de cantos».
Carlos López Dzur
«Basta saber que al bracero
que cumple con el jale
se le paga en dólares, señores,
y si vence la nostalgia
tiene para el regreso y cumplir sus sueñazos
como el Rey del Tomate
(¡ay, pero que no se sepa que hay noches
parranderas con los jotos y las hembras
de los bares, y una semilla mala
que se mete en la sangre...
ay, que no sepa, del SIDA de la muerte,
el nuevo visitante de las ruralías!)».
Carlos López Dzur
«¡Qué bello el peregrinaje secuencial
y su finalidad cimera: la belleza es triunfo,
fruta madura y en boca saboreada
es del que come y comparte y bendice!
Casi todo dolor es social, innecesario».
Carlos López Dzur
«Ábrelos a la piel de los temores
para que sean honestos con el homicidio,
ambiciosos con la dicha de robar lo hermoso.
Que anden con huesos duros y músculos veloces.
Cocínales sonrisas para que sigan
húmedos de espíritu.
Llévalos a la boca de la ostra
que blandamente traga hasta la piedra bruta
y que se abra la dura concha y los consuma».
Los mendigos, Carlos López Dzur
«... pero me gustas, zorra,
porque conservas la astucia de vulpeja
y husmeas la madriguera de la calle
en la ciudad mundana y en la plaza
del cuidado circunspecto, te temporas.
Te surtes con vestidos de lujo
y de marrana, si te place.
Te engalanas, asqueada
o cómplice, del orgasmo ajeno.
Te obsequias provocante y provocada.
Azuzas con lockeano sensualismo,
te enciendes como motor de sexo, talonera».
Carlos López Dzur
«Me gustas, nulípara, y no quiero pagarte
porque en tí está escondido todo lo que quiero
primariamente mío, hormonalmente santo,
tus críos con su lenguaje puro
a menos que los vendas,
lo mismo que a tu cuerpo».
Carlos López Dzur
«Que la necesidad carece de ley,
pues me gustas por necesidad y por ella,
desde ella, contra tí y tus pareceres,
voy a zorrearte
con colmillos debajo de tu ombligo,
venceré la urdimbrada de tus noches.
Con hocico agudo lameré de tus tetas.
Donde tengas un corral, destenderé
tu cama, rasgaré tus máscaras,
por olor puro de tu aliento,
por sudor sagrado
de tu sangre, vulpeja».
Carlos López Dzur
«Que la necesidad tiene cara de hereje.
Que huirás de mí, que no querrás aullido
entre los pobres, alarido en soledad
de madriguera, ¡pues, pobre de tí
y tu oropel y tus tesoros de recompensa
en numerata pecunia!
vanas cosas son
si un salvaje te descubre,
que no sea yo,
que voy a preguntarte si me quieres,
que voy a subirme a tus muslos
y tus nalgas hasta que pierdas
el cobre y te delates
salvaje o malnacida
del estero
y el pantano».
Carlos López Dzur
«Estás más en los carteles que en mis brazos.
Hoy eres la semilla que no alcanzo,
el testimonio de mis manos vacías».
Autenticidad, Carlos López Dzur
DOOSIER CARLOS LÓPEZ DZUR
(fragmentos poéticos)
«Este sí que trajo camioneta
y chamarra de cuero
y pantalón de mezclilla
y esclavota de plata
(¡ay, pero que no sepa, trajo SIDA!)
Oro perdido
El futuro es de ellos, los jóvenes;
por eso los ranchos
como a dioses los recibe,
los espera con amor la ruralía...
... a estos chaparros que se fueron,
a estos héroes que, vencieron la muerte,
tendida en cruces y coyotaje en los cerros...
como miel de las ferias se les nombra».
Carlos López Dzur
«Ahora, ¿por qué tendré que arrodillarme
ante el Chavo del Ocho de las cursilerías,
oler el pedo de la linda Lucero,
creer que Raúl Velazco es un iluminado?
¿Por qué dar mis obediencias al mayor merolico
del mundo, Don Francisco?
¿por qué sintonizar las ínfulas cubanoides
del mundo occidentalizado con Cristina?»
Carlos López Dzur
«Tú tienes únicamente
recuerdos, lémures que te invaden
y te asustan, tú no sabes sobre la dignidad de Dios
en tí, tú eres la rémora, el dolor y la tranquilla
a tus propios progresos, tú, analfabestia,
no sabes de la Luz platónica, te gustan
las cavernas como en Libia y en Locris».
Carlos López Dzur
«Deslumbradas, pobres chavas de Piaxtla...
... deslumbrada, una que otra, ya quiere
darse a él, con prueba de amor y todo,
la cola le manea, en patitas se trinca
y él la tontea, promete a mares,
presume
y al fin la tiene.
El es broncudo, mañoso
y su bigote negro la encandila
y con botas y pulseras la apantalla...».
Carlos López Dzur
«No seré como ellos,
lógicos lenguaraces,
pudibundos calculadores,
cazafortunas del análisis teórico».
Carlos López Dzur
«Hoy me duelen todos los momentos decisivos
y a nadie tengo, sino a la habladuría,
gente que condena mi instante sicológico
desde un pórtate bien, escucha a los gurúes,
cree en la Viagra, en los polos perennes
de lo Viejo y lo Nuevo. Ninguno hay
que comprenda la erosión de mi alegría».
Carlos López Dzur
«...yo no creo que haya soledad ad infinitum;
mas sí, hay fracasos y desilusiones,
pero nunca se es romántico sin haber
vivido el ser en desesperación
y nunca se es romántico, sin una mujer
a la diestra que te diga:
¡Hombre, despierta,
canta, glorifícate en mí,
vibra en el cosmos,
que te doy el OM de la alegría...».
Carlos López Dzur
«¡Ay, la multiforme sabiduría de la conciencia!
cómo se acredita ante el soluto
y se vende, como pan caliente».
Carlos López Dzur
«No creo en la dignidad humana que prometes
al salvaje, al jodido, al analfabeto.
Tu unidad de humanidad es mi despojo
como ser identitario. Tú me desapareces,
me matas con cuchillo de palo,
con un beso de mi boca
a tus crucifijos, talismanes, fetiches sacrílegos
de prostitución e idolatría universalizadora,
matriz ideológica de mi propio etnocidio,
me tienes en tus manos, me desapareces
del mapa, dices adiós con mi cadáver
a diferencias más honestas con el mundo».
Carlos López Dzur
«¡Qué bello a la postre nos resulta
la plena comunicación, la sincera fruta
de un conocimiento, la dulce cosecha
del que dice te quiero,
me gustas,
qué buena onda,
qué padre, ay, maravilla,
qué bellos los que anhelan,
los que dilucidan,
los que enuncian el porvenir,
los que preguntan con sabiduría,
los que aprueban con sensatez
y los que obsequian,
con solícita cautela,
sin rigor, sin mentira, sin egoica pasión de truhanes ni vulgar ventajismo...».
Carlos López Dzur
«...exhaustos, sin otra teoría que la muerte
(del método y el discurso culturalista
sin reposo), sin razón, sin esperanza».
Carlos López Dzur
«No se aferren a lágrimas ni a lamento
porque el hombre tiene
sus puentes de conexión
que son divinos,
que mejoran,
que redimen,
que elevan,
que enaltecen, hermanos míos.
Somos los maestros verdaderos del disgusto.
Tú, pobre indio, ¿qué sabes de la memoria
y el pasado que no habitas?».
Carlos López Dzur
«¿Qué aburrido, verdad?
Quedarse sin compadre o tener por amigos
una poco lucrante y doliente parentela...».
Estética práctica, Carlos López Dzur
«...no creo en tus clases dirigentes
ni en las panaceas de vitrinas de progreso
que en tu nombre y templo se levantan.
Ni creo en la ideología humanitaria
que promociona tus luchas contra el hambre
ni tus donativos para las modas de altruísmo».
Carlos López Dzur
«¡Mi queja!
¡Es que yo no quiero ser un indio!
Yo quiero el omega de la mercancía.
Que traigas un televisor desde el exilio
y los vaqueros y la salsa y los corridos,
un montón de películas de cable,
una jungla de baile raggetones,
una canción de Britney Spears,
los conciertos de Enrique, los Tucanes
y los Tigres del Norte
el ogro filantrópico, transmutador, la magia».
Carlos López Dzur
«Antigualla de nihilismo, demagogia neosofista,
epítome del desgarramiento político del verbo,
mentís aparatosa de inmanencia, sepelio del alma.
Mecanicidad del ser, externa teratología,
egolátrica internalización de causas,
te saludo en miles de estadísticas».
Carlos López Dzur
«Yo soy moderno, pa', tú eres de los viejos escalones,
no me das dignidad, tú no progresas.
Eres peludo, anacrónico, pendejo,
tú eres alineal, caótico, proteico,
tú eres libertinaje, prejuicio, la avaricia,
espartano, duelo, tristeza, pena,
tú me amenazas, estanque, me enzorras,
me aburres, me apenas».
Carlos López Dzur
«Y bueno es que estés ahí, meditador del ser,
venciendo la sorda mudez de los ecos.
Que te invites, convocado
a la palabra amorosa,
que traigas tu agasajo de frases
parecidas a las mías, pero con ese toque
que sólo tienes tú, con ese aroma
que sólo tú transpiras desde el fondo mismo
de tu casa biológica, tu viaje
desde el asomo amiótico al ego individuante,
tan bélico por su ruido, simulacrado,
perspicuante, tan transido en sombra
y muerte y angustia y agonía».
Carlos López Dzur
«¡Están vestidos de solvencia y ropa nueva
y no saben lo que sé,
que yo produzco el ladrillo y mido los espacios,
que una casa construyo para el pobre
lo mismo que las grandes obras públicas
del pueblo o el burgués extranjero.
Tengo un arte imprescindible y necesario.
Dialogo sobre techos o bajo a subterráneos
y subo por peldaños de viviendas y mansiones
y sé secretos del puente y del empañetado...».
Carlos López Dzur
«Mi adolescencia devino a las horas de estampidy en las jaulas del estadolibrismo
echaste mucho del sol remanente, el alba en rojo.
Por eso, agua fresca he bebido de tus verbos,
no con jaurías que fácilmente
se ufanan por prebendas y colonial triunfalismo.
Cuido tus caminos, protejo con celo
tu nombre y tu ejemplo heroico...».
Carlos López Dzur
«¡Ay, vengan los entes sustanciales,
que yo no les olvido,
venga mi gente del bohío!
Son mis isleños corpúsculos, fluyentes
en mi sangre, islotes con sus milpas
sobre el lago, zorrillos y panteras
en mis montes, los sabios de carlinga!».
Carlos López Dzur
«Te han desmundanizado para que seas esclava.
¿Pero dónde estuvíste antes de ser vestida
con la coseidad natural de tu deshonra?
¿Por qué te ofenderá tal coseidad con su descaro
si eres y has de ser mi canto, el designio soberano
de todo lo que es recíproco y cimero?».
Carlos López Dzur
«Yo sí soy romántico
(no me muerdo los labios al decirlo
ni me tiemblan las piernas
ni visto de santurrón en ascuas
al proclamar lo que dicen los falsos románticos
de esquina, por fornicarios y atorrantes».
Carlos López Dzur
«A la libertad la forjo con vida,
el amor me lo como con calma,
y soy pan que come pan;
soy la risa
y el contento del romanticismo,
no la suicida jornada del desalentado,
no el escudo de cupidines de feria
en el monte, o la plaza, o el casino».
Carlos López Dzur
«Todo lo bello me gusta,
¡ellas, sobre todo!
sus pezones, que son ubres de Nut
sobre el círculo del cielo,
sus nalgas redondas
que los tersos firmamentos fincan
para gozo de la varonía,
ctónica y telúrica».
Carlos López Dzur
«Cuando más grandemente me gustaste
estabas mostrada como tal sobre mi pecho
y te dí significaciones porque no eras
materia de pura intelección sin los sentidos.
Hoy algo tuyo se suspende en mis ojos
y no se te halla en mi aliento.
Tus senos son fetiches y tu voz,
vocinglerías sentimentales de los ecos».
Carlos López Dzur
«La poesía me permite andar despierto
y enamorarme de todo lo que es bello.
La mujer maravillosa está en algún resquicio
de la andanza con misterios llenos de piel,
con belleza llena de cantos».
Carlos López Dzur
«Basta saber que al bracero
que cumple con el jale
se le paga en dólares, señores,
y si vence la nostalgia
tiene para el regreso y cumplir sus sueñazos
como el Rey del Tomate
(¡ay, pero que no se sepa que hay noches
parranderas con los jotos y las hembras
de los bares, y una semilla mala
que se mete en la sangre...
ay, que no sepa, del SIDA de la muerte,
el nuevo visitante de las ruralías!)».
Carlos López Dzur
«¡Qué bello el peregrinaje secuencial
y su finalidad cimera: la belleza es triunfo,
fruta madura y en boca saboreada
es del que come y comparte y bendice!
Casi todo dolor es social, innecesario».
Carlos López Dzur
«Ábrelos a la piel de los temores
para que sean honestos con el homicidio,
ambiciosos con la dicha de robar lo hermoso.
Que anden con huesos duros y músculos veloces.
Cocínales sonrisas para que sigan
húmedos de espíritu.
Llévalos a la boca de la ostra
que blandamente traga hasta la piedra bruta
y que se abra la dura concha y los consuma».
Los mendigos, Carlos López Dzur
«... pero me gustas, zorra,
porque conservas la astucia de vulpeja
y husmeas la madriguera de la calle
en la ciudad mundana y en la plaza
del cuidado circunspecto, te temporas.
Te surtes con vestidos de lujo
y de marrana, si te place.
Te engalanas, asqueada
o cómplice, del orgasmo ajeno.
Te obsequias provocante y provocada.
Azuzas con lockeano sensualismo,
te enciendes como motor de sexo, talonera».
Carlos López Dzur
«Me gustas, nulípara, y no quiero pagarte
porque en tí está escondido todo lo que quiero
primariamente mío, hormonalmente santo,
tus críos con su lenguaje puro
a menos que los vendas,
lo mismo que a tu cuerpo».
Carlos López Dzur
«Que la necesidad carece de ley,
pues me gustas por necesidad y por ella,
desde ella, contra tí y tus pareceres,
voy a zorrearte
con colmillos debajo de tu ombligo,
venceré la urdimbrada de tus noches.
Con hocico agudo lameré de tus tetas.
Donde tengas un corral, destenderé
tu cama, rasgaré tus máscaras,
por olor puro de tu aliento,
por sudor sagrado
de tu sangre, vulpeja».
Carlos López Dzur
«Que la necesidad tiene cara de hereje.
Que huirás de mí, que no querrás aullido
entre los pobres, alarido en soledad
de madriguera, ¡pues, pobre de tí
y tu oropel y tus tesoros de recompensa
en numerata pecunia!
vanas cosas son
si un salvaje te descubre,
que no sea yo,
que voy a preguntarte si me quieres,
que voy a subirme a tus muslos
y tus nalgas hasta que pierdas
el cobre y te delates
salvaje o malnacida
del estero
y el pantano».
Carlos López Dzur
«Estás más en los carteles que en mis brazos.
Hoy eres la semilla que no alcanzo,
el testimonio de mis manos vacías».
Autenticidad, Carlos López Dzur
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